La reforma de las pensiones abre una nueva vía a lo que nunca pensamos que podría pasar en España, y es que si el gran acuerdo entre grupos es que las pensiones nunca bajarían, la actual ley en realidad las baja de forma muy importante pese a llamarlo de otra manera y a camuflarlo con la dichosa palabra sostenibilidad.
Los actuales pensionistas no están demasiado contentos con los anuncios de la ley de pensiones que promete hacerles perder poder adquisitivo no solo el próximo año, sino en los sucesivos, porque si los analistas internacionales tiene razón, y de momento no han fallado ninguna, España no se recuperará económicamente hasta 2018, lo que significa que hasta esa fecha un pensionista no verá incrementada su pensión más que con 0,25% anual, lo que implica que podrá comprar cada año menos, ya que no se tendrá en cuenta por primera vez el IPC, el valor que analiza la evolución de los precios y permitía garantizar al menos el mismo poder adquisitivo año a año.
Ciertamente si las cosas no van bien para los que actualmente ya son pensionistas, van peor para los que no lo son. Y es que en estos segundos en realidad nos encontramos con que si somos jóvenes, no tenemos empleo, así que será casi imposible alcanzar esos 37 años consecutivos que nos exigirán para tener una pensión completa. Si son mayores de 45 años se les niega el acceso al trabajo por ser mayores y se les impide, en primer lugar vivir dignamente, y en segundo lugar cotizar para una pensión digna. Y los del medio sufren como todos los demás las consecuencias del desempleo.
Y en un panorama como este, el que no crea que será un jubilado precario, bien por las aportaciones cada vez más escasas por la caída de salarios, bien por el hecho de que la reforma endurece llegar a ella, bien por el hecho de que las pensiones caerán drásticamente, debe estar o en otro planeta o disfrutando de una situación privilegiada que no tiene la gran mayoría de españoles.
Imagen | Galeria de Daniel Ivoskus
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